martes, 21 de julio de 2015

Quema de Brujas en San Francisco del rincòn.




Tradiciòn de un pueblo del Rincòn 


HUESPEDES Y AMIGOS AHORA COMPARTIMOS CON USTEDES EL AMBIENTE QUE SE VIVIO LA NOCHE DEL 20 DE ENERO DE 2015 EN EL JARDIN PRINCIPAL, EN LA YA TRADICIONAL "QUEMA DE BRUJAS" Y LES DAMOS DATOS DEL POR QUE DE ESTA TRADICION ESPERAMOS LES GUSTE Y MEJOR AUN VENGAN A VISITARNOS, LOS ESPERAMOS.




Las brujas de San Francisco del Rincón


El relato y la leyenda comenzaron a urdirse y confundirse a partir del 31 de diciembre de 1845, cuando tomó posesión de la alcaldía francorrinconesa don José Atanasio Guerrero, un buen agricultor, oriundo y propietario de la vecina hacienda de La Sarteneja. La primera medida del eficiente y experimentado don Atanasio, que era alcalde por segunda ocasión, fue convocar de urgencia a los jueces auxiliares de toda la comprensión de San Francisco. A través de ellos se hizo llegar a la jurisdicción francorrinconesa la orden de que el domingo siguiente, 4 de enero de 1846, los vecinos debían acudir a comerciar a la plaza de San Francisco y no a Purísima, como tenían que hacerlo hasta ese momento. Como parte de los preparativos, el sábado previo se mandó quemar la abundantísima hierba que crecía en el jardín donde se iba a llevar a cabo el mercado. La leyenda dice que se hizo correr la noticia de que ese primer domingo del nuevo año iban a ser exhibidas y quemadas en leña verde dos mujeres del Barrio de la Cebolleta, que habían sido sorprendidas en plena acción de hechicería. Durante su recorrido habitual por el rumbo poniente de San Francisco, un guardia se había acercado sigilosamente a la casa de una ex amasia suya y se había asomado a mirar a través de la cerradura de la puerta. Su sorpresa había sido terrible al comprobar que allí dos mujeres, Antonia Lomeña y Jacinta Parra, llevaban a cabo una ceremonia de brujería que, además de todo, lo incluía. Mientras su ex amasia repetía su nombre junto con algunas imprecaciones, la otra, acompañada de un gato y rodeada de cabos de velas encendidos, hacía señales cabalísticas. Al guardia no le cupo duda: él iba a ser el hechizado. Asustado, corrió a avisar al alcalde, don José Atanasio Guerrero, quien inmediatamente las mandó aprehender. La historia del frustrado hechizo y la eficaz captura, cada vez mejor aderezada por el chisme, junto con la noticia de lo que iba a suceder con las brujas, cundieron como la humedad por toda esa pequeña sociedad rural, ávida de acontecimientos. Así, no es de extrañar que el día de mercado resultara efectivamente muy concurrido: gente de diversos rumbos del Rincón acudió a San Francisco para presenciar la quema de las brujas. De paso, ya ahí, había aprovechado para asistir a misa y hacer su mandado en los variados y surtidos puestos instalados en el jardín.




Transcurrido el día, sin darse mayores razones, pero sin negar el hecho, se supo que la quema había sido pospuesta para el domingo siguiente. Los vestigios de hierba quemada que muchos vieron en el jardín dieron mayor verosimilitud al relato, de modo que la nueva semana ayudó a difundir aún más la noticia y a aumentar la curiosidad. Tanto que, al domingo siguiente, hasta los pobladores de Purísima y su jurisdicción se habían sumado a las filas de visitantes de la plaza y consumidores del mercado de San Francisco. Sin embargo, tampoco hubo quema, que otra vez fue pospuesta, sin que nadie supiera por quién, para la semana siguiente.

Finalmente, al tercer domingo después del anuncio, cuando un verdadero tumulto recorría y compraba en el mercado de San Francisco, se llevó a cabo, si no la cremación, por lo menos la exhibición y desfile de ambas brujas, muy bien ataviadas con los más obvios y ostentosos implementos de su supuesto oficio: “...sirviendo de cabalgadura a una un asno de mal aspecto que tiraba la otra del ronsal, y ambas portando las insignias de su supuesta magia, cuales fueron: el gato coreográfico, algunos muñecos, unos rosarios de cabos de velas al cuello y otros a manera de penachos de plumas de pavo común en la cabeza”, pero no fueron quemadas. La tradicional quema de la bruja se realiza por la noche del día 20 de enero, aniversario de la fundación de la ciudad. Este hecho nada tiene que ver con la fundación de la ciudad en sí; desde hace muchos años hubo un acuerdo tácito de fijar esa fecha, el 20 de enero, para realizar la quema, como pudo haberse escogido cualquiera otra.


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